miércoles, 20 de mayo de 2009

Material de lectura. Primer eje del seminario: Identidad.




MATERIAL DE TRABAJO EXCLUSIVO PARA LOS SEMINARIOS DE INVESTIGACIÓN. MAGÍSTER EN ESTUDIOS CULTURALES.




Primera parte del libro: "Comunicación e (infor)mación intercultural. La construcción de la identidad, la diferencia y el multiculturalismo". Autor: Víctor Silva Echeto. Instituto Europeo de Comunicación y Desarrollo. Sevilla, 2003.

INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE IDENTIDAD.


HABITAR LAS FRONTERAS.





Por Víctor Silva Echeto.


Dr.en Estudios Culturales.


Escuela Latinoamericana de Postgrados- U- ARCIS.




La identidad viene siempre de otra parte. La nuestra, la mía, todas tienen otras conexiones, otras fugas y huidas. La identidad de este texto, también viene de otra parte, de otro texto, del que podría dar el título, y de otros que ignoro.











Capítulo 1

La construcción de la identidad y la alteridad, desde la perspectiva de la Comunicación Intercultural, se encuentra hoy ante una de sus mayores crisis. Esto ha propiciado (y propicia) un interesante y rico debate académico, de manera que tanto desde la relación entre disciplinas sociales diversas (interdisciplinariedad), como desde los intentos de superación de los estrechos límites en los que el particularismo metodológico ha ido separando los distintos ámbitos del pensamiento cultural (transdiciplinariedad), se han profundizado (y se profundizan) los estudios y las investigaciones sobre esas nociones, así como sobre las mutaciones socio-culturales que se están produciendo.
Como señala Jesús Martín Barbero, la cuestión de las identidades culturales salta hoy al primer plano tanto del análisis de los procesos sociales como en la elaboración de los proyectos políticos. “Y ello apunta a la crisis radical que atraviesan tanto los modelos de desarrollo como los paradigmas conceptuales desde los que esos modelos fueron legitimados e impugnados” (2000: 34).
En el contexto de estas crisis se producen, en las sociedades contemporáneas, intentos de reafirmaciones identitarias; acompañadas de situaciones en las que se reclama el rechazo o la acogida del Otro, del supuestamente diferente, de las alteridades étnicas culturales y sociales. Por una parte, crece el número de comunidades que no ocultan su hibridez física y socio-cultural, y por otra, se crean también las que intentan rechazarlas y agudizan los grados de violencia al intentar ocultar sus marcas híbridas.
En los ámbitos académicos, por su parte, las teorías culturales parecen hoy ponerse de acuerdo en el rechazo de la posible existencia de identidades simples y sustanciales, tanto en el plano colectivo como en el individual (Augé, 1993; 1996). Desde esos mismos sectores se destacan, asimismo, la conformación de identidades más contingentes y flexibles (Rodrigo, 1999: 186).
Si se pretende investigar sobre las posibilidades que presenta la Comunicación Intercultural, en un mundo cada día más multicultural, es imprescindible, en primer lugar, indagar sobre la construcción de las identidades y, tener en cuenta, tanto las posiciones que buscan un esencialismo identitario, como las que intentan ubicar a las identidades en sus contextos históricos y geográficos. En palabras de Miquel Rodrigo Alsina: “una semiótica intercultural debería no sólo estudiar los discursos de distintas culturas que se entrecruzan e hibridan sino también aquellos discursos sobre las culturas y las identidades culturales” (2000: 6).
Por otra parte, los relatos sobre las identidades culturales, como señala Néstor García Canclini, deben tomarse con seriedad, porque hay gente (poblaciones enteras) que no asumen su construcción relativa y, por lo tanto, están dispuestas a morir por ellas. Se atrincheran en posiciones cerradas y sustanciales y no asumen su construcción relativa. Esta visión monocultural, que la analizamos extensamente a lo largo del ensayo, busca el esencialismo identitario y se ha convertido en un grave obstáculo para la convivencia multicultural.
Sin embargo, la perspectiva multicultural, considera el papel que ocupa la discontinuidad histórica en la construcción identitaria, las elecciones políticas y económicas que han tomado ( y toman) las comunidades, los cambios que se han ido produciendo y las líneas de fuga que atraviesan a los rizomas de la sociedad. Porque más que hablar de raíces y árboles, este ensayo hablará de rizomas, agenciamientos, líneas de fuga y se desplazará por entre las grietas de las identidades y las alteridades, para desactivar esa lógica binaria de pensar. Escribe Claire Parnet:

"Porvenir y pasado no tienen mucho sentido, lo que cuenta es el devenir-presente: la geografía y no la historia, el medio y no el principio ni el final, la hierba que está en el medio y que crece por el medio y no los árboles que tienen copa y raíces. La hierba siempre está entre los adoquines. Pero el pensamiento es precisamente aplastado por esos adoquines que llamamos filosofía, por esas imágenes que lo ahogan y lo marchitan. 'Imágenes', en este caso, no se refiere a la ideología, sino a toda una organización que obliga a que el pensamiento se ejerza de forma efectiva de acuerdo con las normas de un poder o de un orden establecidos; y aún más, que instala en él un aparato de poder, que lo erige en aparato de poder: la Ratio como tribunal, como Estado universal, como república de los espíritus (cuanto más sometidos estéis, más legisladores seréis, puesto que sólo estaréis sometidos...a la razón pura)" (1997: 29).

Sobre las identidades culturales existen múltiples narrativas, entre ellas, se encuentran las que dividen las posiciones esencialistas, de las híbridas, mestizas o multiculturales. Durante mucho tiempo, las investigaciones universitarias dejaron esos relatos en manos de viajeros y escritores. Sin embargo, esta situación está cambiando, hoy los antropólogos, historiadores, sociólogos, comunicólogos, reconocen la importancia de los procesos de identificación sociocultural para construir etnias, naciones y otro tipo de comunidades imaginadas (Anderson, 1997). En el caso del Estado nación, se le señala como un obstáculo para la convivencia multicultural.
Por otra parte, las nuevas tecnologías de la virtualidad, comienzan a configurar las nuevas cartografías sociales, convirtiéndose las identidades, cada vez más, en construcciones virtuales de subjetividades, que diseminan y clausuran a los sujetos y las sociedades.
Las ciudades han crecido exponencialmente y han dado paso a las megaciudades, los Estados naciones cada vez más se integran a procesos de mundialización, los ex -ciudadanos se convierten en consumidores, turistas o inmigrantes ilegales. Los imaginarios colectivas que construían identidades estáticas y sustanciales, se han visto con el conflicto de que no existen posibilidades únicas de identificarse ni con un barrio, una ciudad o un país. “Los Ángeles se volvió la tercera ciudad mexicana, Miami la segunda urbe de cubanos, Buenos Aires la tercera urbe de bolivianos” (García Canclini, 1999). ¿Cómo pensar una nación que en gran medida se encuentra en otra parte?, ¿Cómo se forma el imaginario de una ciudad o de un país cuándo la mayor parte de sus habitantes no son de ese lugar?, ¿Cómo construir sus relatos cuándo los libros, las películas y los programas de televisión que los nombran se producen desde sitios lejanos? En suma: ¿desde dónde pensar los procesos de subjetivación, cuándo sus referentes y significados, sus territorios, discursos y su construcción de sentido, tienen la frágil textura del palimpsesto, ese texto en el que un pasado borrado emerge tenazmente, aunque borroso, en las entrelíneas que escriben el presente?
Los estudios sobre migraciones, transculturación y otras experiencias interculturales están llenos de relatos de desgarramientos y conflictos, fronteras que se renuevan y anhelos de restaurar unidades nacionales, étnicas o familias perdidas, es decir, están cargados de intensidades y memorias. Se construyen como los pliegues que al desplegarse nos sorprenden con nuevos mapas donde no sabemos como localizarnos.
Teniendo en cuenta lo señalado, a lo largo de este ensayo –y lo asumimos inicialmente como un riesgo por su extensión- se diseminan los relatos sobre las construcciones de subjetivaciones, las relaciones y los conflictos culturales, las represiones y las expulsiones de alteridades. Las narraciones no se circunscriben a un país determinado, ni a una región, ni a un continente, sino que pretenden que las ebulliciones de las fronteras físicas y virtuales estén presente en cada uno de ellos, que generen la producción de nuevas máquinas de sentido(s) y de nuevas propuestas para la construcción de la diferencia.
Por todo lo señalado, esta investigación sobre la construcción de las identidades culturales realiza un viaje teórico y epistemológico que tiene como finalidad desactivar las miradas esencialistas sobre las identidades y las alteridades, plantea narraciones sobre comunidades fronterizas y propone nuevas vías teóricas para estudiar las identidades en el contexto de la Comunicación Intercultural.
Hay que tener en cuenta, por rigor metodológico y epistemológico, que la multiculturalidad constituye un término contradictorio, “complejo” y difícil de considerar.
Así las consideraciones sobre la multiculturalidad en Estados Unidos, América Latina y Europa son diferentes. Las discrepancias van desde el sistema republicano de derechos universales de Europa, el separatismo multicultural de Estados Unidos y las cuestionadas integraciones multiétnicas bajo el Estado nación instauradas por los países latinoamericanos. A esos tres modelos, considerados desde la sociología y la antropología, hay que sumarle un cuarto, incorporado por la Comunicación Intercultural, y es cuando la multiculturalidad se subordina al discurso mediático, a la organización monopólica de las industrias culturales, “que hace depender de ‘la mayoría’ del rating las apariciones y desapariciones de la diversidad” (García Canclini, 1999: 122).
En Europa la multiculturalidad, en muchas ocasiones se confunde con la interculturalidad, y la noción está definida –desde los estudios universitarios- como la integración y coexistencia de una diversidad de culturas. No obstante, en los últimos años las investigaciones han aumentado, y los investigadores distinguen en forma más precisa ambas nociones. Miquel Rodrigo Alsina define al multiculturalismo, como la ideología que propugna la coexistencia de distintas culturas en un mismo espacio real, mediático o virtual. La interculturalidad, por su parte, serían las relaciones que se dan entre esas distintas culturas. “(…) la multiculturalidad o pluriculturalidad marcaría el estado, la situación de una sociedad plural desde el punto de vista de comunidades culturales con identidades diferenciadas. Mientras que la interculturalidad haría referencia a la dinámica que se da entre esas comunidades culturales” (1999: 74).
Se puede señalar que hoy la realidad es multicultural, diversa, plural e híbrida, intentar que sea intercultural pasa por el desarrollo de los dispositivos de comunicación. No obstante, en muchas ocasiones las propuestas que se realizan en los ámbitos académicos, no tienen en cuenta las violencias simbólicas y reales que se están produciendo por las actuaciones de los Estados naciones o los medios de comunicación.
Pierre Bourdieu y Loïc Wacquant, consideran que alrededor del multiculturalismo se está produciendo un “debate vago y flojo”. Afirman que “en Europa, ha sido sobre todo utilizado para designar el pluralismo cultural en la esfera cívica, mientras que en los Estados Unidos remite a las secuelas perennes de la exclusión de los negros y a la crisis de la mitología nacional del ‘sueño americano’”, que estuvo acompañada, en las dos últimas décadas, por el incremento generalizado de las desigualdades (2000: 222)
Esta crisis se disimula acotando el vocablo artificialmente sólo “en el microcosmo universitario” y expresándola en un registro solamente étnico, mientras que ella tiene por apuesta principal, no el reconocimiento de las culturas marginadas por los cánones académicos, “sino el acceso a los instrumentos de (re) producción de las clases media y superior –en el primer rango de los cuales figura la universidad- en un contexto de liberalización masivo y multiforme del Estado” (2000: 223)
La multiculturalidad implica heterogéneas formas de vivir y pensar, de las estructuras de sentir y narrar. En América Latina moviliza antiguas y nuevas contradicciones (éxodo del campo a la ciudad; predominio de la memoria sobre la historia; la ciudad como contradictorio no-lugar; el incremento del mercado y la pobreza y el abandono del rol predominante que ocupaba el Estado).
Miquel Rodrigo Alsina cita a Semprini, quien propone una epistemología multicultural, que cuestiona el racionalismo y el empirismo, defendidos por las “imperializantes” conceptualizaciones que emanaban de la epistemología positiva tradicional; rechaza la teoría de la representación “a partir de la cual las representaciones son una descripción externa al mundo que muestran como es y que no tienen ninguna influencia sobre el mismo” y critican la conceptualización de la verdad como adecuación al mundo exterior (1999: 60-ss).
En este contexto –esta mirada multicultural- debe apostar por considerar a la realidad como una construcción social e intelectual, rechazando de esta forma la objetividad total y todo pensamiento unívoco. De esa forma se revalorizan los “arbitrarios culturales” (Bourdieu, 1980, 1991), porque no proponen totalizar las experiencias simbólicas, sino la contingencia que presenta toda producción de signos. Como afirma Paul Ricoeur: “no hay comprensión de sí que no esté mediatizada por los signos, símbolos y textos; la comprensión de sí coincide, en última instancia con la interpretación aplicada a estos términos mediadores” (1996: 100). En el caso del arbitrario cultural, no hay más identidades naturales, sino identificaciones de subjetividades, que surgen como categorías y representaciones, a partir de las luchas simbólicas concretas (Bourdieu, 1991). En esa propuesta abierta de epistemología multicultural, todas las subjetivas interpretaciones de la realidad son válidas. Se cumpliría con aquella máxima de la deconstrucción que postula que toda “lectura no es opcionalmente” abierta, sino necesariamente abierta y deformante (Asensi, 1998: 55).
Según cuenta Néstor García Canclini, en los últimos años, varios autores chicanos, latinos y feministas, han propuesto lo que Mac Laren denomina “multiculturalismo crítico”, que consiste en considerar las diferencias en relación y no como identidades separadas. Las “culturas fronterizas”, que se forman en las ciudades limítrofes entre dos países y en las escuelas donde conviven hijos de inmigrantes de diversas nacionalidades, mostrarían la utilidad de concebir la experiencia étnica en forma relacional. Se formaría así una nueva conciencia de mestizaje, y no únicamente una doctrina de identidad cultural basada en el bricolage cultural, o una forma de subjetividad extravagante, sino una práctica crítica de negociación cultural y traducción, que intenta trascender las contradicciones del pensamiento binario occidental (García Canclini, 1999b: 110). Por ello, la mayor parte de las propuestas que realizamos en este ensayo (los agenciamientos, la différance, el entre), rompen con esa visión binaria de estudiar la identidad, la alteridad y el multiculturalismo. Sin embargo, tampoco se asumen los discursos del relativismo extremo, sino que las propuestas se desplazan por los intervalos y las grietas. “Y es que en primer lugar quizá habría que decir que el lenguaje está profundamente trabajado por los dualismos, las dicotomías, las divisiones por 2, los cálculos binarios: masculino-femenino, singular-plural, sintagma nominal-sintagma verbal” (Parnet, 1997: 40).
¿Blanco o negro?, ¿hombre o mujer?, son las preguntas más comunes porque las lógicas binarias invaden el ámbito del pensamiento y no autorizan una visión múltiple o plural. Por ello: “no hay que tratar de saber si una idea es justa o verdadera. Más bien habría que buscar una idea totalmente diferente, en otra parte, en otro dominio, de forma que entre las dos pase algo, algo que no estaba ni en una ni en otra” (Deleuze, 1997: 14).
En este contexto, no proponemos disolver las diferencias en las identidades, sino concebir diferencias que se desplacen por otras diferencias, volverlas combinables y habitables en una comunidad cada vez más híbrida.
Como en el arte, hay que intentar inventar y compartir recursos materiales y simbólicos, generar nuevas máquinas productoras de sentido y no habitus universales que complican y obstaculizan la convivencia multicultural. En este marco, este ensayo intenta romper con los sitios sedentarios, que, además, generan, maneras de ver y pensar sedentarias, y se desliza por entre los rizomas nómadas, proponiendo pensamientos de huida y escape.

"Huir no significa, ni muchísimo menos, renunciar a la acción, no hay nada más activo que una huida. Huir es lo contrario de lo imaginario. Huir es hacer huir, no necesariamente a los demás, sino hacer que algo huya, hacer huir un sistema como se agujerea un tubo (...) Huir es trazar una línea, líneas, toda una cartografía. Sólo hay una manera de descubrir mundos: a través de una larga fuga quebrada" (Deleuze,1997: 45).

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